Editorial

Presupuesto para el crecimiento

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El Congreso Nacional iniciará la próxima semana el debate del Presupuesto 2025, al tiempo que parlamentarios de diversos partidos ya han adelantado que ministerios clave como Energía, Desarrollo Social, Economía, Segpres y Obras Públicas estarán, particularmente, bajo un minucioso escrutinio para determinar si la ejecución de sus planes anuales se condice con el nivel de urgencia que los proyectos sociales y de inversión demanda. Este ejercicio es necesario para el análisis y aprobación de los recursos públicos del año que viene.

Sin embargo, sería un grave error centrar el debate exclusivamente en la eficiencia de las distintas carteras para cumplir con las iniciativas comprometidas. Lo verdaderamente relevante es que persisten los sombríos pronósticos sobre el estancamiento del país y si no se adoptan cambios significativos en la gestión económica, Chile corre el riesgo de enfrentar otra década de magro y decepcionante crecimiento, con un promedio de expansión que no superaría el 2%.

El debate presupuestario no puede ser un campo de batalla electoral, sino un mecanismo para generar inversión, alianzas, empleo, expansión y desarrollo.

Es indudable que la labor fiscalizadora del Congreso es fundamental y se espera de ella que exija con rigor eficiencia en el uso de los recursos públicos. No obstante, el proyecto de Presupuesto es también una oportunidad única para que el Gobierno, la oposición y el oficialismo utilicen esta herramienta como un motor de cambio. Se requiere una política fiscal que no se limite a la administración del gasto, sino que actúe como palanca para revertir las bajas proyecciones de desempeño del PIB que auguran el Banco Central, expertos y diversos organismos internacionales

Los esfuerzos del Ejecutivo por introducir mejoras en temas cruciales como los permisos, las inversiones habilitantes y la atracción de capitales son importantes, pero insuficientes. Si el objetivo es cambiar la trayectoria de bajo rendimiento en productividad y crecimiento, es imprescindible adoptar medidas más estructurales. El Presupuesto 2025 debe ser un instrumento que impulse decididamente la inversión, la productividad y el crecimiento, con el fin de revertir la trayectoria de estancamiento que viene mostrando el país. El reciente (IPoM) de septiembre subrayó esta preocupación, al ajustar a la baja la proyección de crecimiento tendencial, a un modesto 1,8% para 2025-2034.

En este marco, se espera del Congreso una discusión seria, ponderada y expedita, que priorice las necesidades de las empresas para generar negocios responsables y sintonizados con las desafíos actuales y las dificultades futuras. Un debate presupuestario no puede ser un campo de batalla electoral, sino que debe entenderse como lo que realmente es: un gran mecanismo público para generar inversión, promover alianzas estratégicas, incentivar el crecimiento, crear empleos y fomentar el desarrollo. Perder de vista el impacto de este debate es darse un lujo, porque en lo esencial no se trata de votos, sino de progreso.

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